Tokyo Blues
- elbulevardelsomnis
- 30 jul 2024
- 4 Min. de lectura
No sé muy bien cómo decidí comenzar a leer a Haruki Murakami. Vi una reseña en Youtube y, de pronto, sentí la necesidad de saber un poco más de este emergente escritor cuyo nombre ha resonado ya para el Nobel.
A pesar de que algunas críticas no dejaban especialmente bien a Tokio Blues respecto a otros libros del autor (aunque hasta la crítica más experta es relativa y creo que siempre hay que darle una oportunidad a los libros, porque cada lector/a es un mundo), he decidido iniciarme en la aventura del mundo de Murakami con esta novela.

Se la tildaba de más “facilona” y suave que otros libros de Murakami. Pero consideré que tal vez era el libro perfecto para decidir si seguir o no leyendo al autor nipón.
Ojo, estas opiniones son fruto de una búsqueda previa exhaustiva de información. Las críticas más negativas que he referenciado son más residuales. La opinión general es otra: Tokio Blues ha sido muy aclamada y un éxito de ventas.
Bueno, voy al grano. La lectura de este libro es bastante sencilla. Leyendo sobre Murakami, veo que ha ido combinando distintos estilos a lo largo de sus obras, destacando el realismo mágico, que en esta obra no está presente. Por lo que no os asustéis los que no seáis especialmente seguidores de la corriente.
La edición que he leído, de Tusquets, tiene 383 páginas. He tardado unas dos/ tres semanas en leerlo, dado que he combinado esta lectura con otra novela y que he reservado Tokyo Blues para momentos muy concretos (concretamente, los viajes de ida y vuelta en el bus de casa al trabajo y viceversa).
El libro es un viaje por el descubrimiento del proceso de madurez de uno mismo a través del personaje protagonista Watanabe, el cual narra en primera persona sus experiencias vitales en la franja de edad universitaria.
Se abordan en el libro cuestiones muy interesantes como son la complejidad de las relaciones personales, la soledad, la madurez, cómo las inquietudes y deseos evolucionan con el paso del tiempo... y, como tema latente, el suicidio.
Murakami retrata una sociedad acelerada, individualista, abocada al egoísmo personal. Cosas que nos suenan pero que, según el libro, en una ciudad como Tokyo, parece que cobran mayor relevancia.
Creo que es un buen libro. He anotado varios fragmentos, que al finalizar la reseña dejaré, que me han gustado mucho y considero mensajes clave en la obra.
Sin embargo, no sé si con la boca pequeña porque es un libro/ autor muy aclamado, he de reconocer que no es una novela que me haya “enganchado”. Tal vez me falta acostumbrarme al estilo del escritor (es el primer autor asiático que leo). Aunque es una obra que invita a la reflexión y, reitero, de la que se pueden extraer muchos mensajes interesantes sobre lo que somos y lo que deberíamos aspirar a ser como sociedad, en algunos tramos me ha resultado algo repetitivo y aburrido.
Supongo que es una opinión poco digna de un lector experimentado, pero yo tal vez no lo sea. A pesar de ello, seguiré descubriendo al autor más adelante con alguna de sus otras obras y te invito a que te animes a leerlo si te gusta el género. Cada libro es único y diferente dependiendo del lector que se enfrenta a él.
Termino dejándoos las citas:
“La memoria es algo extraño. Mientras estuve allí, apenas presté atención al paisaje. No me pareció que tuviera nada de especial y jamás hubiera sospechado que, dieciocho años después, me acordaría de él hasta en sus pequeños detalles”.
“Me admiró la gran diversidad de deseos y objetivos que pretende alcanzar el ser humano. Era una de las primeras cosas que me había sorprendido al llegar a Tokyo”.
“Algunas personas no son capaces de ir un paso más allá. ¿Por qué? Porque no se esfuerzan. Porque jamás les han inculcado el sentido de la disciplina. Porque los han estropeado. Desde niños han tenido tanto talento que han conseguido hacer las cosas sin esforzarse, y la gente los ha alabado por ello, diciéndoles lo extraordinarios que son”.
“Levantaba el pie izquierdo, luego el pie derecho. Ni siquiera sabía con certeza dónde me encontraba. No lograba orientarme. Sólo sabía que tenía que dirigirme a alguna parte, y por eso movía los pies”.
“No te compadezcas de ti mismo. Eso solo lo hacen los mediocres”.
“Constantemente intentas que la vida se adecúe a tu modo de hacer las cosas. Si no quieres acabar en un manicomio, abre tu corazón y abandónate al curso natural de la vida. Intenta ser feliz”.
“El conocimiento de la verdad no alivia la tristeza que sentimos al perder a un ser querido. Ni la verdad, ni la sinceridad, ni la fuerza ni el cariño son capaces de curar esa tristeza. Lo único que puede hacerse es atravesar ese dolor esperando aprender de él, aunque todo lo que haya aprendido no le sirva de nada para la próxima vez que la tristeza le visite de improvisto”.
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